La pérdida de cabello en niños puede deberse a una exposición constante a situaciones de estrés
o a una manifestación de un cuadro depresivo.
Una de cada 50 personas experimentará alguna vez en su vida algún episodio de alopecia areata.
Este tipo de alopecia se caracteriza por provocar calvicie en forma de círculos en diferentes
zonas de la cabeza. Aparece repentinamente y la mayoría de las personas que presentan esta
condición tienen el primer episodio durante su infancia (entre el 24% y el 50% de los casos se
manifiestan en esta etapa).
Los niños más propensos a desarrollar esta patología son los alérgicos a diferentes sustancias,
los que tienen síndrome de Down y los que cargan con alguna enfermedad autoinmune (diabetes
tipo 1, problemas de tiroides, anemia perniciosa, entre otras).
El pelo se cae y deja de crecer en ciertas zonas puesto que las células de la matriz del pelo
generan un tipo de antígeno que como consecuencia activa una respuesta del sistema inmune
y es este el que termina por atacar los folículos pilosos que permiten el crecimiento normal del
cabello.
El 80% de los casos tienen buen pronostico, puesto que se recuperan el cabello perdido por
completo en un periodo de aproximadamente un año de duración y de manera paulatina. El otro
20% de los casos tiende a ser una alopecia de carácter severo que no permite el crecimiento del
pelo de manera permanente y puede incluso desembocar en una alopecia universal, en la cual no
crece pelo en absolutamente ninguna parte del cuerpo.
A lo largo del tiempo se ha observado una conexión importante entre los episodios de estrés
emocional que han comunicado los niños cuando se les consulta por los meses previos al
comienzo de la alopecia areata. Tensiones familiares, separaciones de seres queridos, exceso
de exigencias académicas, cambios de colegio, cambios de ciudad, enfermedades, accidentes,
traumas y operaciones quirúrgicas pueden ser los causantes de la súbita pérdida de cabello
que afecta a un niño. Los profesionales de la salud recomiendan prestar especial atención a
los sucesos anteriores a la alopecia y fomentar el diálogo con los pequeños para entender qué
situación les está afectando y generando esta reacción patológica.
Considerar la opción de consultar a un psicólogo para que ayude a los niños, especialmente
a los de personalidad introvertida, a conversar de sus preocupaciones personales puede ser
una buena opción para intentar ayudar a quienes más les genera conflicto exponer sus miedos
y relaciones interpersonales problemáticas. También se puede considerar la terapia con un
psicólogo como una manera de proporcionar una mayor red de apoyo a los menores, para lidiar
con los complejos que les puede generar el ver su presentación personal afectada por la pérdida
de pelo. Este aspecto puede llegar a ser muy frustrante para algunos niños y dañar seriamente su
autoestima.
Cuando se trata de niños pequeños es recomendable intentar hablar con profesores y
responsables del centro educacional al que asisten, ya que muchos de los niños que sufren
acoso escolar de sus compañeros tienden a esconder esta realidad debido a que les produce
sentimientos de humillación y denigración. El internalizar este tipo de emociones negativas
podría desencadenar patologías como la alopecia areata.
Existe un trastorno llamado tricotilomanía, quienes lo padecen sienten la necesidad de
arrancarse el propio cabello o vello de otras zonas del cuerpo. Aunque la parte más afectada
suele ser el cuero cabelludo, a menudo se pueden observar sus efectos en cejas y pestañas. La
apariencia de las zonas calvas en la cabeza puede llegar a ser confundida con alopecia, para
diferenciar entre este trastorno psicológico y la alopecia areata es necesario consultar con un
especialista.
Antes de comenzar a especular razones ante la súbita pérdida de cabello de un menor, es
necesario consultar con un especialista inmediatamente, para poder realizar una analítica
completa y descartar cualquier tipo de problemas de salud que podrían causar la alopecia como
un síntoma. La alopecia en adultos puede tratarse con trasplantes de pelo, pero en niños es una
situación mucho más delicada.
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